Gastronomía

GASTRONOMÍA MALENA

La gastronomía de Posadas tiene un respaldo histórico muy bien documentado tanto en relatos viajeros de hace treinta años como en viejos manuscritos celosamente guardados en nuestras casas.

La rica gastronomía malena surge de la diversidad geográfica de su territorio, con sierra, valle y campiña, surcado por el gran río Guadalquivir. Por eso no es de extrañar que en los viejos recetarios caseros haya abundancia y diversidad de fórmulas culinarias de la Dieta Mediterránea. Entre las creaciones gastronómicas del pueblo destacan el Rinran Maleno, el Bienmesabe, el Queso de Cerdo y la Sopa de Ajo, entre muchos otros, basados en una materia prima de primerísima calidad que surge de la tierra, como el aceite de oliva.

Durante las diferentes ediciones de las Jornadas Gastronómicas de Posadas, se han recopilado aquellas recetas  procedentes de los distintos manuscritos de principios de s. XIX en los que se recogen recetas elaboradas en los fogones de las casas más pudientes de la época. Es posible conocer estas recetas, en los diferentes concursos que se celebran en estas Jornadas, o bien, a través de la cesión de los viejos recetarios por parte de sus guardianes.

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PRODUCTOS DE LA TIERRA

Posadas sabe a todo aquello que producen sus tierras, a lo que elaboran sus gentes, lo que es garantía de calidad. Los sabores de Posadas están ligados a nuestras nuestra sierra, nuestra campiña y la vega del Guadalquivir. Si hablamos de aceite no podemos olvidarnos del Virgen Extra de Covidesa. Si hablamos de jamón rememoramos los paseos por las dehesas de la Sierra de Posadas. Igual sucede con la naranja de Morales, Vega y Picacho, la miel, el ajo, los espárragos, las patatas, etc. Todos estos productos, de una extraordinaria calidad, sirven a la gastronomía de una tierra con reminiscencias árabes, cristianas y judías, que ha sabido desarrollar una identidad gastronómica propia.

En esta sección hacemos un repaso por los sabores más característicos y las empresas malenas donde poder adquirir o degustar verdaderas maravillas culinarias plenas de sabor, calidad y tradición.

El Cerdo Ibérico

El Aceite

La Naranja

La Miel

La Repostería

El aceite de oliva

El aceite de oliva ha estado siempre ligado, por su historia, a Posadas. Desde tiempo inmemorial en nuestras tierras se han cultivado olivos de cuyos frutos se han extraído los mejores aceites. Hoy, como ayer hicieran nuestros antepasados, las aceitunas se recogen directamente del árbol en el momento más óptimo de maduración y se molturan en frío para obtener el aceite virgen de la máxima calidad. Prueba de ello es la reconocida fama que éstos tienen en todo el mundo.

S.C.A.COOPERATIVA OLIVARERA NTRA.SRA.DE LA SALUD 

Aceite de oliva virgen extra "Covidesa"

C/ Extramuros, s/n.  14730 Posadas (Córdoba).

Tlf.: (+34) 957 630 019

Correo-e: tienda@covidesa.com

El aceite de Posadas en la antigua Roma

1.- EL COMERCIO DEL ACEITE BÉTICO EN ÉPOCA ROMANA

Bajo este antiguo acebuche rodeado de ánforas e inscripciones, donde tú estás ahora, mucha Historia nos contempla:

Hace unos 2.000 años, en lo que hoy es prácticamente la actual Andalucía (la Bética en época romana), el sector económico más importante fue la producción y comercio de aceite.

Desde distintos molinos repartidos por el territorio, el oro líquido se llevaba a los alfares que se encontraban junto al Guadalquivir (el Baetis), donde se fabricaban las ánforas que serían destinadas a transportarlo por río y mar. Estas tinajas, llamadas actualmente Dressel 20, se disponían en lyntres o pequeñas barcazas fletadas en un embarcadero junto a la alfarería, las cuales llegaban hasta Hispalis (Sevilla), donde ya ocuparían lugar en barcos de gran tonelaje para llegar a su destino vía marítima.

El aceite de la Bética fue considerado como producto en especie a la hora de cumplir con Hacienda o la Annona (oficina estatal encargada del aprovisionamiento de alimentos para garantizárselos a los habitantes de Roma); por esto, el Emperador romano lo hacía traer hasta la capital del Imperio o directamente lo empleaba para avituallar a sus legiones en las fronteras o Limes de Britania y Germania. No obstante, también fue un producto mercantil, tanto en manos de particulares como de los propios emperadores. El ánfora dedicada a este transporte por vía fluvial y marítima, la Dressel 20, es exclusivamente de fabricación bética, por lo que sus hallazgos en los actuales países de Italia, Gran Bretaña, Alemania, Suiza y Egipto (incluso algunas fuentes lo llevan hasta la lejana India) indican fehacientemente tal comercio.

Para el caso de la capital del Imperio, una vez llegado el aceite y después de ser traspasado a otro tipo de contenedores para trasladarlo a su destino final, las ánforas se rompían en el vertedero que existía en el puerto de Roma, concretamente en el monte Testaccio. Este cerro artificial se originó con el trascurso del tiempo mediante estos "deshechos", sobre todo con los fragmentos cerámicos de las ánforas provenientes de la provincia Bética (80 %) y de la Tripolitana (17 %), en el norte de África.

1a.- El uso del aceite y la aceituna

Nuestras aceitunas y su "oro líquido" fueron desde siempre y siguen siendo muy apreciados.

Las aceitunas se consumen desde la antigüedad como lo hacemos hoy día: aliñadas. Así nos lo relata escritores clásicos como Catón, Plinio o Columela. Se machacaban y se metían en agua y a veces, según distintas recetas, se añadía mosto, vino cocido, vino de uva seca, vinagre, hidromiel, cilantro, comino, ruda, menta, etc. Por su parte, las aceitunas negras se presentaban simplemente secas o eran preparadas en salmuera y aliñadas con hinojo.

Hoy día debemos ir a la farmacia, a la perfumería o a la droguería para conseguir tal o cual crema o loción, o encender un interruptor para obtener luz. Hasta hace muy poco todo se conseguía a través del aceite, ya que era utilizado como lubricante, perfume, ungüento, combustible para la iluminación y hasta como repelente de mosquitos…

Ningún producto es tan versátil y multifuncional como nuestro aceite.

1b.- El monte Testaccio

Para hacernos una idea de lo que supuso este comercio, basten sólo unas cifras: la montaña mide 35 m de altura, tiene un perímetro de casi 1 km, ocupa una superficie de 20.000 m2 y alberga un volumen cerámico estimado en 26 millones de ánforas, por lo que se calcula que el aceite transportado en estos envases permitió abastecer la mitad de la dieta anual de aceite de oliva, de unos 6 litros, de 1.000.000 de personas durante 250 años. El periodo de tiempo histórico de su formación abarca desde época augusta al 251 d.C.

2.- LOS ALFARES Y PUERTOS ROMANOS EN DETVMO (POSADAS)

Los estudios tipológicos (de las formas) y de las pastas cerámicas de la Dressel 20 confirman rotundamente dicho comercio. Sin embargo, lo que desde un principio llamó la atención de estos "instrumentos domésticos" (como se conocen a estos útiles comunes) fue la serie de inscripciones que presentaban dichas ánforas, tanto antes como después de ser cocidas.

Las investigaciones más actuales coinciden en que las marcas antes de la cocción se deben al trabajo intrínseco dentro del alfar, como son los grafitos o los sellos sobre las asas que veis a ambos lados de este panel: sería una manera de realizar un registro interno sobre las producciones o encargos de ánforas fabricadas por los diferentes operarios y un control del objeto producido por el encargado y/o propietario. Mientras que, una vez envasado el aceite y pesada el ánfora, en los puertos se anotaba con tinta y pincel los datos que señalan el control métrico y fiscal del aceite contenido: a estos signos se les llama tituli picti. Este compendio de información escrita, entre otros, proporcionaba y proporciona el peso, la tara, la procedencia, el comerciante, control aduanero, el transportista o navegante, el destino, etc., incluso la fecha consular cuando se fabricó la propia ánfora. Sería un caso muy similar a nuestros actuales códigos de barras…

Así pues, estas inscripciones repartidas por todo el Imperio Romano mencionan el origen bético del aceite, concretamente el que se expedía en los puertos del Guadalquivir desde Corduba a Hispalis y los de los ríos Genil y Corbones.

2a.- Los nombres de los alfares

En Posadas, o en el área de influencia de DETVMO, contamos con siete figlinae o alfares. Gracias a estas inscripciones sabemos, o casi sabemos, los nombres de los mismos: Figlina G(al…)?; Figlina Passeraria; Figlina Edopp(…); Figlina Var(…) y Cucum(…); Figlina C(al…) y M(…); Figlina Marsiane(n)sia y Figlina Trebeciana; además de algunos personajes relacionados con esta actividad: P. M(_) Ocu(latus); Priscus; Procu(lus); M. Annius Sat(urninus); Evhelp(istus); Phoebi(anus); Rusticus; Fuscianus; M. C(_) Frigidus; M. L(_) Pigus; P. M(_) Oculatus; Ian(uaris); Maurus; C. F(_) Titianus c(larissimus) v(ir); Nice(phorus); Sosuma; M. Aemilius Placidus; Seius; Q. Trebicius; L. Vale(rius) Amet(hystus); Nymp(hius); M. Flavius Titurus; Agricola; etc.

3.- FIGLINA TREBECIANA

Para entender los sellos de Posadas pondremos el ejemplo de un alfar: la Alfarería Trebeciana, ubicada en Dehesa de Arriba:

El arqueólogo G. Bonsor consideró a la Figlina Trebeciana como un centro industrial de ánforas provisto de un pequeño muelle, señalando a finales del s. XIX que en la otra orilla del Guadalbaida existía un dique de 3 m de altura y 35,50 m de largo construido con ladrillos. Más tarde, M. Ponsich halló en más de una hectárea seis hornos, ladrillos, tejas, lebrillos y ánforas cuyos materiales hoy día podemos fechar entre el s. I y el s. III d.C., siendo la alfarería más longeva de nuestro territorio.

Por otro lado, la Figlina Trebeciana, además de fabricar la Dressel 20 que es exclusiva para el aceite, es de los pocos lugares donde también se producen otros tipos de ánforas anteriores en el tiempo, como la Dressel 2-4 o la Haltern 70 (ánforas que también pueden contener vino, aceitunas, etc.).

Sobre los últimos momentos de producción del ánfora olearia Dressel 20 y, una vez abandonada la alfarería en época romana, por noticias que nos han llegado, las tinajas se encontraban aún bajo tierra en hileras de a dos, una encima de otra, muy probablemente en el interior del horno, donde el tractor fue rompiendo poco a poco cada una con la llegada de los sistemas mecanizados de labranza en la década de los 80.

A la izquierda, en la galería de fotos, tienes un sello con el nombre de este alfar precedido de una rama de olivo: (ex fliglinis) TREBECIA [no(rum)], es decir, "de la alfarería Trebeciana". Igualmente, la inscripción M AEMILI PLACICI o "M. Emilio Placido", que corresponde a un personaje muy relacionado con esta producción.

Si quieres saber más:

– BERNI MILLET, P. (2008): Epigrafía anfórica de la Bética. Nuevas formas de análisis. Barcelona.

– (2015): “Viaje en el tiempo por la producción y el comercio del aceite bético con la iconografía romana”. En: Boletín Ex Officina Hispana nº 6 (SECAH), 49-62.

– BONSOR, G. E. (1931): The archaeological expedition along the Guadalquivir, 1889-1901, New York. TRAD. (1989): Expedición Arqueológica A Lo Largo Del Guadalquivir. Écija.

– CEIPAC (2015): Testaccio, el Monte de las Ánforas.

– GARCÍA ARRABAL, D. (2014): Historia de una Villa, Posadas. 750 Aniversario del Privilegio de Villazgo y Amojonamiento de su Término (1264-2014) y 700 Aniversario de la construcción de su fortaleza (1314-2014). Posadas.

– GARCÍA VARGAS, E. y BERNAL, D. (2008): “Ánforas de la Bética”. En: (BERNAL, D. Y RIBERA, A. EDS.) Cerámicas hispanorromanas. Un estado de la cuestión. XXVI Congreso Internacional de la Asociación Rei Cretariae Romanae Fautores.

– PONSICH, M. (1979): Implantation rurale antique sur le Bas-Guadalquivir, II. La Campana – Palma del Río – Posadas. Publications de la Casa de Velázquez, série archéologie. París.