Historia

PREHISTORIA

La ocupación humana del territorio de Posadas se produce en el amanecer de los tiempos, teniendo claras referencias de la misma ya en el Paleolítico Inferior por la documentación de industria lítica en la zona del Botijón, Cerro del Escribano y Pago de Bella Rosa que se adscriben a la morfología Achelense (780.000 – 300.000 A.P.). El Bien Patrimonial más relevante que destacamos es el Abrigo del Baldío, investigado por Luis Siret y Cels a finales del S. XIX, con la ayuda de Pedro Flores, su explorador de confianza. Aparece una referencia a este lugar en el Cuaderno de Campo XXXV de la Colección Siret y las piezas halladas en el MAN, y el croquis realizado puede ser el más antiguo registrado de una cueva en la provincia de Córdoba.

Abrigo de la Sierrezuela

Del Achelense Final transicional al Paleolítico Medio (finales del Pleistoceno Medio – Pleistoceno Superior Antiguo) provenientes de las proximidades de La Cuesta del Espino, han sido estudiados varios bifaces, hendedores y triedros.

Para el Paleolítico Medio, por comunicación verbal, el Dr. José Luis Sanchidrián, nos testifica la aparición de varias cuarcitas en la Sierrezuela que presentan retoques con ciertos rasgos, a priori, Musterienses, a lo que debemos sumar los hallazgos durante las prospecciones arqueológicas realizadas previas a la construcción de la Planta Termosolar de “La Africana”, ya en la zona de campiña.

Desgraciadamente, no tenemos noticia alguna sobre hallazgos que se encuadren en el Paleolítico Superior y Epipaleolítico, sin poder afirmar o no su existencia, aunque la evolución hacia el Neolítico debió ser constante por los hallazgos de dientes de hoz para la siega del cereal en la Sierrezuela.

Varios son los restos de piezas del Período Calcolítico que abundan en todo el sector de los Montes Comunales: láminas, dientes de hoz, hachas pulimentadas, cerámicas, etc. Entre ellas, en la Huerta de Bella Rosa encontramos tres dientes de hoz y una lasca realizados en sílex y cuyo hallazgo fue realizado sobre un reguero el cual arrastró y descontextualizó los ejemplares. Bordeando Cerro Domingo se ha documentado un hacha a medio pulimentar en material de cuarcita. En Las Rozas del Pozuelo aparecieron diversos fragmentos de cerámicas a mano con y sin carena, sin más datos para documentarlo en la actualidad.

Diferentes láminas de sílex local se hallan en Rozas del Pozuelo I desde la “Casa de Los Rubios de Paterna” o de “La Manuela” a las instalaciones del chozo.

No obstante, el enclave por antonomasia de la Edad del Cobre es el conjunto megalítico del Dolmen de la Sierrezuela I y Dolmen de La Sierrezuela II, un centro cultual milenario que denota la existencia de un poblado en Posadas hace más de 4.500 años.

D. J.F. Murillo Redondo reconoció al sur de la Solana de la Sierrezuela restos de cerámicas a mano de superficies alisadas que correspondían a tipologías de platos de borde engrosado o vasos esféricos del Calcolítico Pleno. Estas piezas se identificaron en los lugares de Paterna y Cerro del Escribano, lo que puede indicar el lugar de asentamiento humano mencionado. La construcción de la Planta Fotovoltaica de Gamonarejo nos permitió conocer la existencia de ocupación humana amortizada hasta Época Romana. Este asentamiento ya fue identificado por el Profesor Murillo Redondo en el Cerro del Escribano adscribiéndola a la Edad del Bronce, el cual identifica como “pequeño asentamiento” continuación de aquel hábitat del Calcolítico Pleno.

En la zona de Sierra Morena, sin explorar, tenemos constancia de un hallazgo arqueológico puntual en el entorno de El Barranco del Búho, al que sumamos los hallazgos arqueológicos encontrados en las distintas concesiones mineras de Posadas y documentados por George Bonsor (BONSOR, 1931 y su Epistolario) y Antonio Carbonell (CARBONELL, 1928a, 1931 y 1947). Los trabajos mineros que se citan en la Historiografía, localizados en la Sierrezuela y sus inmediaciones, han sido retrotraídos a la Prehistoria sin más concreción: Carbonell anota las minas y escoriales plumbo-cupríferos de Cerro Gordo, Mina del Rey, Bella Rosa, Paterna y El Escorial donde aparecieron abundantes martillos de piedra entre sus rafas, vacies y pozos gemelos. Una maza de sienita la halló este último en las tierras de labranza al sur de la Atalaya, bajo la Casa de Los Rubios y entre los T.M. de Hornachuelos y Posadas.

EDAD ANTIGUA

En cuanto a la Protohistoria en Posadas no podemos reseñar nada trascendental por carencia de estudios científicos al respecto, teniendo en cuenta que existen indicios por todo el término municipal, aunque no han sido documentados. En este momento es importante citar a la Detaunda de los Túrdulos mencionada por Estrabón, que algunos investigadores han querido identificar con un oppidum en la zona de Posadas, y la Detvmo citada por Plinio el Viejo, descrita también por esta zona.

El período de Romanización del territorio en Posadas se caracteriza por la búsqueda de mineral con la explotación de nuestras minas, las cuales han sido amortizadas hasta fechas recientes; y la obtención de piedra para construcción.

Los trabajos mineros que se citan en la Historiografía se localizan en la Sierrezuela y sus inmediaciones, junto con los dos grandes centros mineros de La Plata y Calamón. En su prospección por esta zona, Carbonell también identificó una construcción romana entre El Escorial y Los Rubios; ésta surgió de una excavación en busca de un tesorillo la cual sacó a la luz un habitáculo subterráneo con numerosas vasijas y útiles. En Bella Rosa, al borde del Camino Alto de Hornachuelos, observó abundantes tejas romanas y un escorial plomizo. Otro hallazgo, imposible de reconocer hoy día, son los “restos de una solería de mármol romana y otros de barros cocidos” (CARBONELL, 1928a, 1931 y 1947; HERNANDO, 1990).

El yacimiento por antonomasia es Cantera Honda, cuya primera cita se debe análogamente a Antonio Carbonell. Según el geólogo, ésta posee más de 100 x 80 m abiertos en los estratos conglomeráticos de la base del Mioceno para la extracción de “porciones de columnas” para su uso como “pesillos para vigas de molino” romana (CARBONELL, 1931; HERNANDO, 1990). Estimado un vacie en torno a 13.500 m3. de cilindros con unas medidas prácticamente homogéneas, de 1 m. de diámetro y 1 m. de altura. La hipótesis que se baraja es su posible vinculación con la elaboración de piezas para almazaras destinadas a abastecer los numerosos molinos del curso medio del Guadalquivir en época romana, concretamente a metae de molinos rotatorios cilíndricos (mola olearia) y/o contrapesos (GARCIA ARRABAL, 2014; GARCÍA ARRABAL y PEÑA CERVANTES, 2017).

La prospección realizada por M. Ponsich en la década de los 70 del s. XX, heredera de la que hiciera G. Bonsor, sistematiza los yacimientos de la Vega del Guadalquivir y sus inmediaciones (PONSICH, 1979). En el plano de dispersión que encontramos en la publicación referente a la zona de Posadas vemos que el camino Bajo de Hornachuelos está jalonado por asentamientos que el investigador atribuye a villae, almazaras, restos sin atribución funcional y lugares inciertos.

Al noreste del núcleo urbano y bajo la Sierrezuela, un conjunto relacionado con una granja y una necrópolis romana entre la Huerta del Medrano y El Fontanal bordean también la vía por la margen derecha del Guadalquivir entre Córdoba y Sevilla.

En las desembocaduras de los arroyos Guadalbaida y Guadalcabrillas un sector que tuvo mucho que ver con el comercio a través del Gran Río: Dehesa de Arriba, yacimiento alfarero relacionado primero, con las Dressel 1 y Dressel 2/4, las cuales aparecen en las minas serranas: y, más tarde, con la fabricación de las Haltern 70 y, sobre todo, con las Dressel 20 como contenedores para el transporte de aceite (PONSICH, 1979; BERNI, 2008 y 2011). Esta figlina se relaciona con los yacimientos de El Puente, La Gabriela y el Cortijo El Cercado, no inventariado por Ponsich.

De su inventario destaca “La Cantera”, la cual podemos relacionar con la Cantera Honda y de la que nos informa: “Muy vasta cantera con agujeros para palancas. Fragmentos de ladrillos y tejas romanas cerca del Camino Alto de Hornachuelos (antigua cañada)”.

Otro núcleo de yacimientos es el concerniente al entorno del Cortijo de Paterna, donde Ponsich identificó Cortijo de San Isidro Labrador, Cortijo de Paterna Oeste y Paterna Este o La Allarca.

El yacimiento Cortijo de Paterna, es propuesta como villae de época romana y asentamiento de la Edad Media-Islámica, y podría tratarse de un populus relacionado con la explotación minera y de cantería inmediata.

Los yacimientos romanos al norte de la Sierrezuela son Las Cuartillas y la Presa del Arroyo del Helecho: el primero, según los pocos restos estudiados, puede estar relacionado con la explotación minera, sirviendo de nexo entre la sierra y el Guadalquivir. Es de destacar aquí los hallazgos de Dressel 1 y un gran muro de sillares; respecto al segundo esperaremos un estudio en mayor profundidad para discernir un hipotético origen de época romana, donde un posible uso del opus signinum y tegulae a modo de ripios nos puede indicar que si bien no es una estructura de esta época sería un reaprovechamiento posterior de la misma, la cual tendría sin duda origen romano.

Por último, sobre esta etapa histórica, hay que decir que la zona de Posadas tuvo un importante movimiento mercantil, por los hallazgos ocasionales de monetaria tanto iberorromana como romana, sobre todo en el entorno de la vega del Guadalquivir, donde se han documentado hasta 7 figlinas de producción anfórica para el transporte de aceite. Mencionar en este momento el yacimiento arqueológico del Haza de los Látigo o Dehesa de Abajo en Rivero de Posadas destruidos parcialmente por una gravera; y el desaparecido yacimiento de la Cuesta del Espino excavado por el Pr. D. Carlos Márquez, destruido durante las obras de construcción de la variante de la A-431 frente a Rivero de Posadas. Junto a ellos debieron ser importantes en la época los asentamientos del Picacho y Mingaobes, los cuales pudieron constituirse como grandes centros de producción oleícola y anfórica por los hallazgos ocasionales que se vienen produciendo. En Posadas podemos decir que nuestra tradición olivarera posee 2000 años de antigüedad.

ÉPOCA TARDOANTIGUA

Tenemos constancia de la ocupación de Posadas durante este período por los hallazgos documentados en la zona de Rivero, en el yacimiento del Haza de los Látigos, algunos de ellos en el Museo Arqueológico Provincial; y en la zona de Mingaobes. Pero, sin duda, la zona que capta la atención de los investigadores es el barrio del Pilar. En el mismo documentó Bonsor unas grandes estructuras hidráulicas en la zona del Paseo Pedro Vargas, que pudieron consistir en cisternas de almacenamiento de agua para abastecimiento de un gran asentamiento, el cual se extendería por todo el barrio, construido en torno a principios de los años 60 del siglo pasado, hasta las barrancas de la calle Almodóvar del Río o Valderrábanos, donde documentó D. José Dorado un mosaico y restos de columnas.

A estos hallazgos antiguos debemos sumarle los realizados a finales del siglo pasado en labores de renovación de viviendas con hallazgos de ladrillos decorados con figuras geométricas y naturales, así como restos óseos humanos y fragmentos de tégulas.

Se constituye la zona, orográficamente hablando, como un lugar propicio para un asentamiento urbano, que pudiera responder a la Detvmo citada por Plinio o constituirse como un gran fundus. Curioso resulta apuntar, tratándose de este periodo histórico, que la Ermita de Jesús, sita en el entorno, hubo de llamarse en origen Ermita de San Sebastián, según algunos investigadores que no dejan escapar la vinculación de asentamientos tardorromanos y visigodos con templos cultuales vinculados a mártires cristianos.

EDAD MEDIA

A este período responden la mayor parte de las fuentes y aljibes que nos han llegado hasta el presente. Nuevamente nos remitimos a Carbonell para señalar al sur de El Escorial un aljibe en el molino de aceite, y en ese mismo cortijo, en lo alto una calera y restos de viejas construcciones, el yacimiento de El Laboratorio, con "muchas copelas árabes". (CARBONELL, 1928a y 1946).

Hernando Luna, en sus publicaciones acerca de los datos tomados por Carbonell, nos señala el "Pontón de albarcía (Pontón de Abarca), que parece haber constituido un pantano árabe en Posadas, en el cauce del arroyo Guadalbaida" (HERNANDO, 1989).

Si bien la identificación de yacimientos musulmanes no está constatada en cuanto a hallazgos estructurales en esta zona, la monetaria y otro tipo de piezas así lo confirman, como en el yacimiento de Casas de Fistell.

A pesar de que las distintas razias musulmanas dieron lugar a despoblamientos de pequeños y medianos núcleos urbanos sin fortificación hasta ya bien asentada la ocupación cristiana (RODRÍGUEZ LARA, 1988, 1989 y 1991), el lugar de Paterna posee una continuidad atestiguada por los mismos orígenes del Pilar de Paterna (Paterna Este o La Allarca según Ponsich), el cual merece una prospección más a fondo, y por el mismo yacimiento del Cortijo de Paterna.

Ponsich nos presenta Paterna Este o La Allarca donde "cerca de la finca y del punto de agua, vestigios importantes hoy en día desaparecidos, atestiguando la existencia de una finca romana: fragmentos de ladrillos y tejas". La amortización del punto de agua parece estar reflejada en las estructuras más antiguas del conjunto acuífero, las cuales pueden remontarse a los s. XIV-XV según R. Córdoba y F. Castillo. Éstas son tres arquetas de decantación que vierten en una pileta (CÓRDOBA DE LA LLAVE y CASTILLO PÉREZ DE SILES, 1999).

Respecto al Cortijo de Paterna, incluyendo la ocupación romana e islámica, la horquilla temporal de este emplazamiento acogería desde momentos de la Edad del Cobre hasta la Baja Edad Media, pues el documento de amojonamiento del T.M. de Posadas, concedido por Alfonso X en 1264, nos lo cita aun como "villar": “[…] fasta el mojon q. esta so el vyllar so el camino de Hornachuelos dende en adelant cabecera fasta q. es entre el villar e la syerra […]” (GARCÍA ARRABAL, 2014). Pasado el tiempo, este villar se iría reduciendo hasta quedar configurado como un cortijo más el cual tendría su fin pasada ya la 2ª mitad del s. XX.

Destacamos por último la mención del lugar, inmediatamente al norte de la Sierrezuela, que hace Alfonso XI en su “Libro de Montería” (entre 1340 y 1350):

“El monte de Guadacabriellas es buen monte de oso, et de puerco en invierno et en tiempo de uvas […]”.

Una mención especial debe recibir la Torre, supuestamente llamada de la Calahorra (qala’at al-hurriya o “fortaleza libre”), en la margen izquierda del Guadalquivir dentro de la Finca de Estrella, de la cual sólo disponemos de una imagen del “Paño del Pleito por una isla de tierra entre el Almirante de Aragón y la villa de Las Posadas” (1739), de la cual no tenemos referencias sobre su origen ni construcción. Curioso resulta que algunos investigadores vinculan el significado de Malena, gentilicio de Posadas, a su origen hebreo proveniente de la palabra Migdal (torre) y Hélè (esplendor del sol), que hace referencia a la esplendorosa población de la torre.

Durante la ocupación islámica queda demostrada la existencia de un núcleo poblacional en Posadas citado por Al-Edrisi llamado Al-Janadiq (la zanjas o Barrancos) o Al-Fanadiq (posadas o ventas). Ambas denominaciones encajarían con Posadas, tanto orográficamente como por la evolución normal del nombre de un idioma a otro. Formaba parte del Camino Califal que comunicaba Córdoba con Sevilla por la margen derecha del Guadalquivir, la cual pasaba por Almodóvar, Posadas, Palma del Río y se adentraba en tierras sevillanas.

Al- Abd Al- Rahmman I recorrió este camino para conseguir la conquista de Córdoba. Por su lugar estratégico, fue elegido para que las caravanas del Camino Califal hicieran un alto.

A partir del último tercio del s. XII dicha población fue desapareciendo, debido a las constantes amenazas de las tropas cristianas. Una vez conquistaron la capital cordobesa (1236), ocuparon estas tierras durante la segunda estancia de Fernando III en Córdoba (1240-41).

Posteriormente, Alfonso X repobló la zona para potenciar dicha ruta estratégica, existiendo en este mismo lugar, para 1262, una población con el nombre de Las Posadas del Rey como así atestigua el documento escrito más antiguo conocido donde aparece el nombre de la población (Contrato de compra-venta de las aguas del Guadalbaida).

El Camino Califal pasó a llamarse Camino Real y proliferaron establecimientos para el descanso de los viajeros: posadas, ventas y mesones. La importante situación del territorio de las Posadas en el camino de Córdoba a Sevilla llevaría a la construcción de pequeñas fortificaciones en sus tierras. La Torre del Ochavo del s. XIV, que vigilaba el camino de la Sierra, y la Torre de Guadacabrilla o de la Cabrilla, que custodiaba el mismo Camino Real.

A principios del s. XIV, los tutores del Rey Alfonso XI mandaron construir una fortificación o alcazaba, debido a la inseguridad existente en la zona por las incursiones musulmanas desde su desembarco en Tarifa en 1275, y para protección del camino. La fortaleza estuvo emplazada en el actual Barrio de la Morería y ocuparía la manzana completa, como así se puede observar en el “Paño del Pleito por una isla de tierra entre el Almirante de Aragón y la villa de Las Posadas” de 1739. Como restos de esta fortificación nos llegan el Arquito o puerta de levante y la torre campanario de la parroquia de Santa María de las Flores, la cual acabó ocupando la totalidad de la plaza de armas del castillo en sus constantes ampliaciones. Curioso resulta mencionar que se atestigua un despoblamiento de la zona y que los vestigios de construcciones domesticas para esta época son escasas pero evidentes, por las citas que indican el emplazamiento urbano, lo cual nos lleva a otra hipótesis sobre el gentilicio Maleno: la población hubo de estar concentrada en un lugar urbano muy reducido con una alta densidad, verdaderos hormigueros o colmenas, que a su vez se relaciona con la actividad ganadera de la apicultura, como en el caso de la vecina Hornachuelos. Si para este pueblo vecino se le consideró llamar de gentilicio Melojos no se puede descartar que Maleno provenga de Melero, de miel, haciendo clara referencia a esta actividad productiva o por la idiosincrasia de la configuración urbana parecida a una colmena de gran densidad poblacional.

Posadas, como pueblo caminero de ventas y mesones, tuvo un lugar donde se estableció el Haza de la Mesta y junto a ella la Ermita de Santiago, en el Barrio del Cerrillo, donde se halla el Pilar de Triana, abrevadero para el abastecimiento del ganado y, posiblemente, para la población del castillo. Recordamos las posadas de la Paloma, del Sol, de los Molinos, Parrao, Mesón de Polentinos, mesón del portalillo, venta de los galindos… entre otras.

Las primeras referencias escritas sobre el Pilar de Triana se remontan a 1492, nuevamente a colación con el pleito entre un vecino y el consejo de la villa por ocupación de suelo público.

Durante el periodo colonial de América Posadas hubo de ser un hervidero de personas, culturas, productos agrícolas y de todo tipo, por su carácter de lugar de paso entre el Puerto de Indias en Sevilla y el resto de la península, que se refrenda en el establecimiento de personajes relevantes y la migración de vecinos de la localidad hacia el nuevo mundo. Posadas hubo de convertirse en un lugar propicio para la experimentación agrícola y desarrollo gastronómico que se quedó reflejado en nuestro recetario tradicional.

La explosión cultural en Posadas se produce al establecerse la Orden de los Basilios en el casco urbano de la localidad, en Monasterio de San Basilio Magno del s. XVII, después de abandonar el Monasterio original sito en el Blanquillo y Torilejo, al cual se accede a través de la Colada de los Torilejos y del Camino Público de los Torilejos. Curioso de mencionar es que en esta época es cuando sucede la llegada de la imagen de la virgen, a la que llamaron María Santísima de la Salud, durante un período de expansión pandémica de la Peste. Su llegada mitológica viene aparejada con la extinción de la pandemia en la localidad, lo que provoca su proclamación como Copatrona de Posadas, sustituyendo un supuesto antiguo patronazgo de la virgen de la Magdalena, de la cual se dice también procede el gentilicio de Malenos.

Su producción agraria es la típica de las tierras de secano (cereal, trigo, cebada, olivo y vid) y de regadío (hortalizas, frutales, moreras y cereal). Cuenta con encinas, chaparros y alcornoques, de los que se aprovecha el corcho. Se constata también la presencia de molinos de trigo y aceite, la ganadería lanar, caprina, vacuna, cerda, anal y equina. Se practica así mismo la apicultura, con la producción de miel y cera.

Posadas cuenta con un poblado de colonización dependiente llamado Rivero de Posadas, situado a unos 3 kilómetros de la misma. Cuenta con la sede de la Peña Cultural Flamenca “Luis de Córdoba”.

El origen de Rivero de Posadas se remonta a los años 1956 a 1958, cuando se produjo la expropiación forzosa de la finca de secano “La Palma del Ochavo” que se parceló y se instaló el regadío.

A través de unas solicitudes, todas aquellas personas que quisieron hacerlo pudieron solicitar una parcela. En un sorteo delante de todos los solicitantes, se sortearon los números y se adjudicaron las parcelas. Al mismo tiempo, se fue construyendo el pueblo, con una casa para cada parcelista y otras tantas para jornaleros que quisieron irse a vivir al poblado.

A partir de los años 1965 y 1966, las familias comenzaron a irse a vivir a Rivero de Posadas de forma gradual.